CUGAS

Sus morros son extremadamente sensibles; tienen unos terminales nerviosos llamados Ampollas de Lorenzini, el cual constituye su séptimo sentido, y sirve para detectar campos bioeléctricos generados por los demás seres vivos, por pequeño que sea, y son exclusivos de los tiburones. Son los pequeños puntos negros que se aprecian en los primeros planos. Hay que tener mucha delicadeza cuando se toca el morro de un tiburón.

El sexto de sus sentidos es la línea lateral, que como en el resto de los peces, les sirve como sistema sensorial táctil a larga distancia, pues detectan vibraciones y corrientes de agua que generan sus predadores y sus presas.

No tienen párpados, por lo que sufren muchísimo el golpe de los flashes en los acuarios. Imagínate no poder cerrar los ojos cuando te hacen una foto.

Las narinas están especializadas para el olfato, y el oído lo tienen muy desarrollado, al contrario que el gusto. Con respecto a la piel, está constituida por dentículos dérmicos, parecidos al papel de lija (de hecho, durante muchos años se usaba su piel para este fin), y al contrario de lo que podría pensarse, es muy delicada.

El estado de conservación de los tiburones es peligrosa. Sus características biológicas, muy específicas, los hacen especialmente vulnerables a la explotación pesquera, ya que muchas especies no pueden recuperarse al mismo ritmo al que son explotadas y, de hecho, algunas ya han empezado a extinguirse en ámbitos locales. Según la Lista Roja de la IUCN, más del 20% de las poblaciones de elasmobranquios del mundo, y más del 30% de las de Europa, están amenazadas por la extinción.